MONS. BUILES Y LA DICOTOMÍA SOBRE EL BIEN VS ERROR
En la totalidad de las pastorales es posible analizar una mirada dicotómica sobre la “realidad de mundo”, la cual divide las cosas entre el “bien” contra el “error”. Una mirada desde una de las corriente de la filosofía cristiana, la cual sirvió como ordenadora de «realidad» en los procesos de la Conquista, la Colonia, la formación y el desarrollo del estado-nación del actual Colombia,
Tabla general de las pastorales de 1924-1939 | ||
Numero | Nombre | Fecha |
1ª | El Episcopado | 22 de octubre de 1924 |
2ª | La Apostasía | 02 de febrero de 1925 |
3ª | El Orgullo | 30 de agosto de 1925 |
4ª | El Socialismo | 02 de febrero de 1926 |
5ª | El Congreso Eucarístico de Chicago | 10 de agosto de 1926 |
6ª | Jesús Cristo Rey | 29 de septiembre de 1926 |
7ª | El Laicismo | 02 de febrero de 1927 |
8ª | Las Misiones | 02 de febrero de 1928 |
9ª | Los peligros del Progreso | 02 de febrero de 1929 |
10ª | Jubileo Sacerdotal y la Visita ad Limina | 25 de marzo de 1929 |
11ª | Roma, Tierra Santa, Colombia | 15 de noviembre 1929 |
12ª | La Predicación “pastoral perdida” | 16 de febrero de 1930 |
13ª | El Amor de Dios y del Prójimo | 11 de febrero de 1931 |
14ª | El Liberalismo | 05 de abril de 1931 |
15ª | La Rebelión-La Inmoralidad | 02 de febrero de 1932 |
16ª | Las Campañas contra Dios y la Iglesia | 06 de enero de 1933 |
17ª | Jesucristo | 25 de enero de 1934 |
18ª | La Embriaguez | 02 de febrero de 1935 |
19ª | Los atentados de la Masonería | 11 de febrero de 1936 |
20ª | El Evangelio y la Masonería | 11 de febrero de 1937 |
21ª | El Comunismo | 02 de febrero de 1938 |
22ª | Los Carnavales. Especial para la Parroquia de Santa Rosa (La Advertencia) | 12 de diciembre de 1938 |
23ª | Los Carnavales. Especial para la Parroquia de Santa Rosa (El Reclamo) | 18 de enero de 1939 |
24ª | Sacerdote | 11 de febrero de 1939 |
Desde el momento de la romanización de la iglesia, entendida esta como restauración de la Iglesia con el fin de combatir las ideas de la Modernidad, se ha negado la capacidad de concertación entre la Iglesia y las nuevas ideas; es en esta línea que Mons. Builes se ha enmarcado y ha combatido contra las ideas de las corrientes ideológicas que no se acoplen a tal pensamiento, el de la intransigencia con la Modernidad.
En su primer saludo y alocución “Al clero y fieles de su diócesis, nos Miguel Ángel Builes, por la gracias de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de Santa Rosa de Osos”, Mons. Builes hace uso de un mensaje alegórico, como va a ser común en sus pastorales; esto con el fin de llevar a sus diocesanos su ideal sobre su papel como vicario de Cristo. Se presenta como su protector a través de alusiones bíblicas, como en este caso lo hace sobre el ungimiento del rey David por parte del profeta Samuel en nombre del Señor[1], haciendo una comparación en la que él ha sido elegido para ser “como David ungido Príncipe de su pueblo. ¿Y nos, que como David hemos sido ungido, habremos de callar? No, también hemos de cantar las alabanzas del Señor… Todos los días de nuestra vida hemos de emplearlos en rendirle acciones de gracias por sus magnificencias”[2].
La presentación que hace Builes de su oficio como obispo está dada como acto de carácter sobrenatural, por gracia divina, cuyo propósito es el de estar agradecidos por su bondad. Seguido se eleva en la dignidad que le otorga su título como “el más perfecto de los estados… porque el Obispo no debe contentarse con tender a su perfección personal solamente, sino debe hacer santos también a los demás”[3]. Es el papel que se le ha otorgado “como representante de los Apóstoles, de Jesucristo y de Dios mismo.”[4]
Condición que se refuerza desde los postulados de la jerarquía cristiana, con el papa a la cabeza de la institución, como el representante del primado de los príncipes de los Apóstoles, de Pedro el Apóstol, el vicario mayor de Cristo, que le ha delegado a Miguel Ángel Builes su oficio, el de representar a Dios en su sede apostólica al nombrarlo Obispo, cuya “Misión sublime, pues, la del Obispo, que si representa a los Apóstoles en el gobierno de la Iglesia, hace también las veces del mismo Nuestro Señor Jesucristo”[5].
“Entonces pasa de ser Miguel Ángel Builes nacido en Donmatías” para entrar en el “perfeccionamiento” de su ser con el acto de cubrirse con el velo escatológico de la cristiandad, como el sucesor de los apóstoles, de los “predicadores de la verdad revelada, y por tanto, enemigos de las doctrinas perversas”[6]. Desde este momento sus pastorales se alinean directamente con la Iglesia internacional, entra en el orbe directo del Catolicismo Romano, con directriz jerárquica, la del representante mayor de la Iglesia, el Papa; y es de facto como podemos ver la certeza de la tesis de Gloria Arango y Carlos Arboleda, sobre el proyecto de “nación hermética” de herencia colonial que entra en conflicto con las ideas que no estén dentro de este orbe[7].
El país contaba con profundas raíces cristinas que se habían forjado por varios siglos, a sangre, espada y fuego contra el “otro”, el denominado “bárbaro”, el de afuera de los lindes cristianos. Y es patente la influencia del Syllabus, el cual fortaleció esa visión que Arce Fusteros llama “maniquea y sin medias tintas de la elección entre verdad y error”[8]. Que desde su publicación en 1864 pasaría a ser una guía para la Iglesia Católica, la cual se concretó con el Concilio vaticano I, en el que se afianzó esa forma de entender al “otro diferente” como al “enemigo”, desde su visión dicotómica del mundo entre el “bien o verdad” contra “el error o mal”.
En su primera pastoral, “El episcopado”, Mons. Builes tras haber dejado en claro que él era el encargado de llevar a su rebaño por la buena senda, trae a colación dicha idea de “relación proxémica” entre el bien contra el error. “¡Oh sublime vocación! ¡Ser constituido pontífice para mantener imperturbable esta oposición radical entre la verdad y el error, entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas! ¡Ser constituido para amar la verdad y no romper jamás con ella! Felices los pueblos que poseen este dón precioso de Dios, su Obispo, cuyos labios derraman sin cesar sobre sus hijos las verdades reveladas, como el sol derrama cada día sobre la tierra sus vividos destellos”[9] Este es el pensamiento dicotómico que Builes toma como parte de su forma de vida, al que realza por sobre todo las cosas de lo que fue su vida ordinaria, y al que anima a sus diocesanos a continuar como propósitos de vida individual y colectiva desde sus escritos pastorales, éste se declara “el enemigo de las doctrinas perversas, y debe conservar viva esta divina oposición que Jesucristo Nuestro Señor ha recomendado a su Iglesia.”[10] En cada Pastoral al final de ella ponia la fecha y su firma, la que podemos ver en la siguiente imagen.
[1] Builes, Miguel Ángel. Cartas pastorales, (Medellín, Colombia. Bedout, 1958) 17.
[2] I Reg. XVI. Citado por Ibid., p.17. Y que responde al libro I. de Samuel, capítulo I versículo XVI del antiguo testamento de la biblia cristiana. Cuya definición de biblia desde la RAE. Como: 1. f. Conjunto de Escrituras Sagradas formado por el Antiguo y el Nuevo Testamento, de las cuales el Antiguo Testamento es común a judíos y cristianos, y el Nuevo Testamento es aceptado solo por los cristianos. 2. f. Obra que reúne los conocimientos o ideas relativos a una materia y que es considerada por sus seguidores modelo ideal.
[3] In genere perfectionis, episcopi se habent ut perfectores. S. Th. 2ae., q. 184, a 7. Citado por, Ibid., p. 18.
[4] Clem. Ad. Cor. XXL. Citado por, Ibid., p. 18.
[5] Ibid., p. 19.
[6] Ibid., p. 20.
[7] Anrango de Restrepo. Gloria Mercedes y Arboleda Mora. Carlos. La Constitución de Rionegro y el Syllabus como dos símbolos de nación y dos banderas de guerra. En: Ortiz Mesa, Luis Javier. Ganarse el cielo defendiendo la religión. Guerras civiles en Colombia 1840-1902. (Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2005), 150.
[8] Arce. De espaladas a Cristo… Op. Cit., Pg.136-137.
[9] Builes. Cartas Pastorales. Op. Cit., p. 21. El subrayado para notar que la tilde esta como en el original.
[10] Ibid., p. 21. Ver en el capítulo II, La república liberal y su choque con la Iglesia Católica (ser bien versus error) p., 42-64.